miércoles, 1 de julio de 2015

Crónica personal del TP60 2015

Con las ideas algo más claras tras la intensa carrera del sábado, toca ahora contarla. Pero primero toca dar las gracias. Isela , mil gracias por aguantar a las "fieras" todas esas horas que he pasado fuera corriendo y por comprender esta loca afición. Sin eso no habría nada más. Gracias a Sergio por el apoyo logístico y la compañía durante dos importantes tramos de la carrera, fue una pasada volver a compartir kilómetros por el monte contigo. Ahora entiendo bien la función de los "pacers" de las carreras americanas, qué importantes son. También te agradezco muchísimo, junto a Víctor, los buenos consejos sobre entrenamiento vía "wasap" y las risas que nos echamos con ese grupo de tres.

El TP60 arrancó en Miraflores, tras abrazos con amigos de siempre como Miguel (vaya carretón amigo!), dejando atrás un montón de dudas que tenía de semanas anteriores: alguna molestia algo más importante de lo normal en una rodilla y un último mes muy corto de entrenamientos me tenían preocupado. Pero bueno, eso quedó atrás y comenzamos a correr con mucho ánimo.

Esta vez, por el respeto a este primer "ultra", había visualizado muchas veces tramos claves del recorrido para perfilar algo parecido a una estrategia. La idea era regular mucho en la primera ascensión (al Pto de la Morcuera) que con tanta pista era muy corrible y en la primera bajada, 15k de pista forestal en su mayoría que sabía me podían penalizar mucho si me lanzaba demasiado. También sabía que tenía que comer mucho y beber más por el calor previsto. Así que toda la carrera fui comiendo según el reloj más que por las ganas y bebiendo de manera continua y especialmente en los puestos de avituallamiento añadiendo sales minerales.

La primera subida a la Morcuera se hizo rápido, pero dejé de correr antes de lo que pedía el cuerpo para llegar arriba muy entero. Y fue bien, allí estaba Sergio dando ánimos y buen humor. Gracias! Tocaba el segundo gel del día, beber algo, cargar un poco de agua y abajo hacia Rascafría. La bajada es sobre todo por pista forestal, pero hay un par de tachuelas que suman desnivel y algún tramo de senda muy divertido de bajar. De nuevo la gente iba muy rápido y tocaba frenarse. Me vino bien encontrarme al Montaraz Miguel Ángel, que fue una gran compañia prácticamente hasta Rascafría y me dio muy buenas claves sobre el recorrido.

Tras un último llaneo hasta Rascafría llegamos al segundo puesto de ayuda del día. De nuevo allí estaba Sergio. Hasta ahí la cosa iba bien, pues la idea de llegar a ese punto muy entero parecía que se había cumplido. Apliqué entonces la lista de tareas para los avituallamientos: beber, tomar sales, comer, recargar agua, seleccionar en la mochila los geles para el siguiente tramo, protector solar...cabeza fría.

Ahora tocaba la subida al Puerto del Reventón. De nuevo sobre todo por pista forestal, para mí el tramo más feo del recorrido junto al tramo de pista de subida a la Morcuera. Iba mirando el reloj para comer de nuevo cuando tocaba. Hice la ascensión casi entera andando, pero curiosamente iba pasando a bastante gente. Ya se iban haciendo algunas grupetas y nos iríamos encontrando unos y otros a lo largo de la jornada. Ya en esta subida se notaba calor en los tramos más protegidos, pero de momento sin daños. Una ascensión esta al Reventón larga, con pendiente sostenida, con muchas, muchas zetas, donde parece que el cordal de los montes Carpetanos no se acerca. Pero bueno, cuando ya se empezaba a necesitar llegué al avituallamiento del Reventón. Un 10 a la organización, con puestos de ayuda con un montón de bebida y comida para elegir y numerosos voluntarios apoyando al personal. Aquí tocaba cargar mucha agua, puesto que no había apoyo hasta Cotos, que quedaban muy muy lejos aún. En el Reventón me encontré con Dani, compañero de algún buen entrenamiento, pero ya no volvimos a ir juntos en todo el día.

Siguiente tramo, Reventón hasta el Pico de Peñalara, ascendiendo por los Claveles, lo más bonito del recorrido y lo que me animó a apuntarme a esta locura. De nuevo me encontré con Miguel Ángel y de nuevo me ayudó mucho su conocimiento del recorrido. Había bastantes tramos corribles y a veces había que obligarse un poco para no atrancarse en el ritmo de andar. En este tramo seguía con buenas piernas, aunque tuve las únicas molestias del recorrido en la rodilla derecha (esperaba que cantara la izquierda!). Seguí comiendo y bebiendo y con el ojo puesto en un grupo bastante numeroso que iba por delante. Poco a poco avanzamos por ese rompepiernas de subidas y bajadas cortas. Todo el recorrido fuimos pasando a los corredores del GTP, que llevaban seis horas y media más que nosotros en las piernas (y una noche sin dormir, casi más importante). En este tramo empezarnos a cruzarnos con ellos, porque les tocaba bajar por allí a La Granja. Y así me encontré con los hermanos de Paz, que iban castigados pero manteniendo su buen humor. Qué grandes. Se pusieron los pelos como escarpias al verles. Tras este encuentro alcancé a Miguel Ángel que se había adelantado y al poco llegamos ya al pie de la subida a Clavels, junto a la Laguna de los Pájaros (qué envidia ver allí a la gente tomando el sol!). Allí ya dejé atrás a mi compañero Montaraz y fui ganando terreno y puestos por esa dura subida, de las que me van bien. Ya en la zona que va por debajo de la cresta me encontré a Luis otro buen colega del GTP que iba fastidiado (es muy duro y acabó, enhorabuena!). Qué alegría verte allí compañero! Cuanto tiempo y qué buen sitio. Un tramo más técnico con mucho bloque, de nuevo adelantando a gente, aunque con amagos de calambres y me planté en la cima de Peñalara con más de una hora de adelanto respecto al horario que me planteaba (hay que decir que no tenía buenas referencias). Y allí estaba Sergio de nuevo, con una Coca-Cola (ya caliente, pero da igual, Pedro la aprovechó bien jaja).

En compañía de Sergio, bajada a Cotos con mucho cuidado de no pegarme un castañazo a esas alturas. Tomé unas sales y los calambres desaparecieron, todo marchaba. Seguía con buenas sensaciones, buenas piernas. Las molestias en la rodilla no iba a más. Casi estaba más pendiente de las sensaciones de lo que debía, pero es que no me creía que fuera tan bien. Beber, comer...el mantra de todo el día. Y la penúltima bajada estaba ventilada, con el buen avituallamiento de Cotos ya a la vista. Más sales, más agua y un homenaje al cuerpo con una ensalada de pasta que supo a gloria aunque la engullera. Además, comí una barrita de recuperación, para ir comenzando la recuperación metiendo proteínas al cuerpo.

Sabía que ya no se me escapaba, pero quedaba subir la Loma del Noruego y una última bajada, con un calor mu importante, que nos acompañaba desde la bajada de Peñalara. Los tramos más abrigados eran un horno, pero iba bien hidratado y arrancaba a sudar normalmente. Este fue el tramo donde más sufrí, pero por suerte fue ya muy arriba, casi llegando a las Guarramillas (no se corona), beber y comer de nuevo y se pasó. Compartí un buen tramo con un corredor de Rascaría, Dani. Qué buena la camaradería se genera en el pelotón con tantas horas coincidiendo.

Y llegamos al ultimo puesto de ayuda del recorrido. Parecía que quedaba poco, pero aún así me volví a tomar mi tiempo para comer y beber, manchando el agua con unas sales. Ya a estas alturas las sales me daban algo de asco, pero había que tomarlas. Y bajada hacia la Barranca por el camino del Tubo de Agua, una bajada que conozco, pero que a estas alturas había que tomar con mucho cuidado. Al poco de la bajada me volví a encontrar con Sergio que ya me acompañó hasta la meta. Qué importante que me apretaras para seguir corriendo, porque a pesar de tener buenas piernas, el cuerpo ya me pedía andar y quedarme sentado junto a una fuente! Fue un último rato emocionante, con la divertida bajada hasta el aparcamiento de la Barranca que se dio muy bien y donde aproveché para seguir bebiendo y mojarme en la fuente para refrescar ante el horno que se acercaba.

Lo siguiente...correr, correr, correr. Mirando la clasificación, gané 9 puestos desde Bola a meta, yo que suelo acabar las carreras arrastrándome. Mucha emoción, camuflada por las gafas de sol. Iba animando a los corredores que me encontraba. Ya en Navacerrada una familia rociaba desde su terraza a los corredores con una manguera. Les hubiera besado los pies! Ya casi en meta, abrazo a mi hermano a la carrera, palmada a Isela, mucha emoción, rabia. Ya está. 9 horas 34 minutos después, 16:34 de la tarde, puesto 128 de 395 clasificados. Y sobre todo, placer de recorrer terreno de montaña, un paisaje espectacular.

Quedan atrás muchísimos madrugones, muchos entrenamientos en ayunas. Muchas sesiones de cuestas al estilo de Kike De Diego (el entreno de Rivas me enseñó mucho!), el maratón de Sevilla, sin saberlo fue en realidad una buena tirada larga, y un buen puñado de salidas a la sierra con Javi, que son más disfrute que entrenamiento. Gracias a todos!
[Las fotos están por llegar]

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